Analicemos la situación.
Desde que te conocí, las cosas ni fueron bien, ni lo pretendían. Tú te engañabas con falsas mentiras de que no me querías y ahora soy yo la que lo hago. Desde nuestro último encuentro, sin incluir ningún beso, me mirastes con esos ojos que no se olvidan fácilmente, con esa pasión que irradias; y es que sólo se te ocurrió preguntar que tal me iba, en vez de decirme todo lo que sentía. Hoy hemos vuelto hablar, con contestaciones que dejan lugar a dudar, sin comprometerse, ánimo o cariño. No somos lo que fuimos, ni lo seremos
NUNCA.
No hay comentarios:
Publicar un comentario